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Rubén AS: Primeros Tiempos. Parte II

  • Rubén 

Como lo prometido es deuda, habrá que continuar con la historia comenzada hace unos días en la cual os contaba mis andanzas atléticas durante la temporada 2010-2011. Pinchad aquí si llegáis tarde. 🙂

A todo atleta aficionado le llega un momento en el cual deja de salir a correr para empezar a salir a entrenar. No sé cuándo, exactamente, me ocurrió a mi pero se podría decir que fue por esta época. El «placer» se torna en «obligación» y el crono deja de servir sólo para mirarlo con curiosidad y se convierte en un examinador exigente. Ya no vas a las carreras a «disfrutar», vas a «competir» y los objetivos, dejan de ser una motivación extra y se convierten en una especie de auto-exigencia que ejerce una presión sobre ti inversamente proporcional al tiempo que falta para la fecha límite que te has marcado para conseguirlos.

Hay quién dice que esto es malo, que se pierde la perspectiva, que esa no es la naturaleza del deporte, que te vuelves un friki, un flipao, un tío capaz de esprintarle a un amigo cuando faltan 50m para la meta. Pero, si os digo la verdad, yo disfruto como un enano, sigo siendo capaz de dejar pasar a un amigo delante de mi en la meta, me alegro un montón por los éxitos de los demás y sobre todo, sigo siendo igual de paquete que al principio… Para que esto último cambiase haría falta, además de las 7 Bolas de Dragón, un pelo del bigote de Merkel, y eso sí que son palabras mayores.

Vaaaaleeee, que soy un friki, lo reconozco. Pero no le hago mal a nadie jaja. Vamos al lío que me enrollo como una persiana:

Como decía, en diciembre tocó correr la Pedestre do Nadal de San Cibrao. Una carrera con un ambiente festivo donde todos los años nos juntamos la mayoría de los «frikis» ourensanos que gastamos nuestra salud, dinero y tiempo libre en esto del correteo. Pasamos frío, corremos, volvemos a pasar frío y nos tomamos unas cervecillas mientras ponemos las típicas excusas de por qué no hemos competido bien. Para mi es especial porque, al haber clasificación de atletas locales, el número de «rivales» se reduce considerablemente y eso me da la oportunidad de intentar «ganar» algo.

Corrí hípermotivado e hípernervioso, controlando que ninguno de mis convecinos me adelantase por la derecha y en un agónico esprint (Ahora entendéis lo del párrafo inicial, verdad?) conseguí ser el primer atleta local. Un éxito sin precedentes tanto de mis aptitudes físicas como de mis dotes de consagrado entrenador, dicho sea de paso. 😀

Con tamaña gesta, pude irme tranquilo a disfrutar de los turrones sin controlarme en absoluto y claro, al llegar enero había ganado unos kilos que me iban a dar más la lata de lo que pudiera parecer inicialmente.

Con el ego por las nubes se me ocurrió correr 10Km en Ferrol a finales de enero. Y diréis ¿Si hiciste un viaje hasta Ferrol es porque pensabas hacer una buena carrera? Y… Sí, pensaba hacerla. Digo pensaba porque no pasé de ahí, a duras penas mantuve un ritmo similar a la San Martiño de noviembre en un día lluvioso y con un viento que tumbaba las ramas de los árboles… Alguien debió decirme que allí arriba soplaba un viento de mil demonios y me hubiese ahorrado la paliza de coche. Pero claro, mi entrenador era yo mismo y Google da poca conversación.

La fecha de la Interruning de O Porriño se me echaba encima y con ella, la última oportunidad que tenía de bajar de 38′ en 10KM, algo que hacía casi un año me había propuesto un poco a la ligera y que ahora tenía que intentar como si me fuese la vida en ello. Cosas de frikis…

A finales de febrero llegó la hora de la verdad. Candela, en una noche pletórica, se despertó a la 1:00 am y no me dejó dormir hasta las 4:00… Me levanté como pude, destrozado, desayuné más de la cuenta, salí tarde de casa, no había aparcamiento, tuve que cambiarme en plena calle y calentar echando una carrera hasta la salida porque no llegaba… En fin, que poco más me pudo pasar.

Menos mal que aquí estaba yo, el paquete «casi sub4″, flamante primer local en San Cibrao, entrenador experimentado y portento físico para luchar contra viento y marea por lograr mis absurdos objetivos. Salí a muerte, sin dejarme nada desde el primer metro y, aunque me costó un poco mantener la concentración en la parte final, logré mi objetivo con creces… 37’22», un tiempo que, hasta no hacía mucho, me parecía reservado para gente que le había dedicado media vida al atletismo… Además de paquete, ignorante.

Con todos los objetivos cumplidos ya no me quedaba más que dejarme ir unos meses hasta llegar a abril o mayo para descansar. Todo entrenador que se precie sabe que las temporadas duran 12 meses y a mi, todavía me faltaba un poco para eso. Así que seguí entrenando. Igual que antes, sin cambiar nada, viva la planificación! y compitiendo en varias carreras de 10Km en las que, cada vez, hacía peor marca.

Un triunfador como yo no podía ir por ahí arrastrándose de carrera en carrera, haciendo cronos de simples paquetes «casi sub4», yo era un paquete sub38 en 10Km, eso me otorgaba un caché que mantener. Y decidí, mirando las carreras que quedaban en el calendario, intentar mejorar mi marca en la milla.

Estaba cansado de carreras largas, era eso. Mi cuerpo serrano necesitaba nuevos retos, nuevas distancias acordes a mis innatas cualidades de esprintador de convecinos. Y, como siempre, con la ayuda de Google, improvisé un plan de 3 semanillas para llegar a la milla de Padrón más rápido que el viento de Ferrol. Series cortas, recuperaciones largas… Estaba descubriendo mi verdadera vocación!

No sé si lo que pasó fue bueno o malo, supongo que un poco de todo… En una carrera con 12 o 13 personas, llegué tercero y subí al podium por primera vez en mi vida, fuera de San Cibrao, claro. Internacional no, pero casi. Broche de oro a una temporada magnífica, éxito rotundo de mi caca-plan de entrenamiento, un tío indestructible, una máquina, qué dominio de la situación, qué capacidad de adaptación, qué bien me sienta la camiseta de tirantes… 😛

Ya estaba, objetivos para la próxima temporada: MM en 1h22 y 10Km sub37. Chupado para un tío como yo… Las lesiones eran para mediocres, yo no necesitaba ni descansar, 7 días de semi-parón y vuelta al lío… El resultado no pudo ser otro: Un año para olvidar, en blanco, sin carreras, sin marcas, sin mejoras, sin nada… Pero esa ya es otra historia que debe ser contada como se merece. Intentaré motivarme para escribirla antes de que esté terminando el año próximo pero no prometo nada que tengo que entrenar 😉

Felices fiestas a tod@s y que tengáis un magnífico año 2015.

Ahí va la tercera temporada…

2 comentarios en «Rubén AS: Primeros Tiempos. Parte II»

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